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miércoles, 28 de marzo de 2007

Primera Meditación

LA PIEDRA DE SOPA

La sumatoria también tiene sus milagros

Pero estos no resultan tan increíbles -ni por ello tan convincentes- como los prodigios de la multiplicación. El paso del día siempre es demasiado lento para el ojo que quiere cegarse con la aparición del rayo. Nuestro pánico esta programado para la invasión de las langostas pero apenas prestamos atención al laborioso modo en que las hormigas han logrado, miga tras miga, arrancarnos lo mejor de nuestros tiempos. Y pagamos con gusto el sorpresivo costo de la invención del ajedrez; mientras añoramos encontrar en la lotería, esa dramática solución del hada madrina, un eco de la creación del todo desde la nada: una movilidad social sólo creible desde apariciones inmediatas y saltos exponenciales.

No sorprende entonces que miremos con desdén todo lo que se nos presenta lenta y trabajosamente. No sorprenden tampoco esas caras largas ante “el milagro” de la sopa de piedra. Ciertamente el problema de la hambruna estaba resuelto (con eso basta para mandar a los niños a dormir) pero la operación no tuvo nada de deslumbrante. Peor aún, sin multiplicación de peces, no queda otra que tolerar a aquel agente externo (una matrona, un clérigo, o un viajero insolente) demostrándonos en nuestras narices cómo la solución dormía todo este tiempo en nosotros. Sólo requería abrir los ojos y hacer memoria. Aguardaba en nuestros bolsillos como sobras de otras comidas, como restos destinados a los perros. Más que magia o solidaridad, en realidad, requería echar mano de aquello que nadie debía ver.

Quien me contó aquel relato no se detuvo en la desazón de tales personajes secundarios. Lo único importante para los maestros era enfatizar el valor de la caridad, la solidaridad, del compartir, etc. Incluso hoy en día algunos gerentes “de avanzada” se aferran a ésta anécdota para hablar del capital social y de cierta nueva ética cooperativa entre los agentes económicos. (Aunque habría que recordarles que tal ética es más antigua que la economía, que apenas podría pensarse exclusivamente como "ética" y que sólo de manera siniestra puede llamársele "capital"). También se ha citado el episodio de la Sopa de Piedra para hablar de la “cultura del guiso” y de otros tantos platos creados como una mera suma de lo disponible en tiempos de vacas flacas.

Sin embargo, más allá de las moralejas o de la naturaleza de la estafa –finalmente aqui no se ha trocado ninguna piedra en sopa, sino que esta última ha sido preparada con los residuos de los incautos- más allá de si aquel viajero inventó un plato nuevo, o si el clérigo dio una lección moral o si la matrona le tomó el pelo a un pueblo; más allá de éstas posibilidades descansa un problema sobre el que he encontrado muy pocas referencias: la propia piedra de sopa. Y es que esta roca, inocua y hermética, incluso más inútil y despreciable que las sobras; es con Ella con la que comienza todo. Quizás su don – aunque ella misma no sepa a nada - resida en lo que su propio absurdo desencadena en los hombres. Les devuelve su propia hambre en el menos alimenticio de los objetos. Les obliga a ejecutar el milagro que sólo esperaban ver. Les fuerza a reconocerse en la penosa tarea de sacar los desperdicios a la luz. Es el episodio de desesperación en que la nada se manifiesta petrificada e insultante. Ese momento intermedio entre la suma de las partes y los catálogos hechos con esencias integradoras. Es pues, y quizás aquí sea mejor hablar de labor que de milagro, el llamado a transformarlos restos en una totalidad.



3 comentarios:

Débora Hadaza dijo...

Primero señor tengo que decirle que es un honor que me visitara, desde la "mala junta" admire su forma tan "abstracta" de escribir, y su sensualidad tan exquisita; ahora aqui me sorprende este texto, me sentí un poco como la maga de cortazar que no sabe que decir, que no tiene las herramientas necearias para discernir mucho de el, solo siente que necesita un brindarle un abrazo a su escritor, que por cierto es un misterio. Felicidades por su blog, y por dejarse leer de nuevo. Débora

Zoa dijo...

Gracias, aunque ya te las he dado en mi blog, por tus comentarios.

La verdad es que viendo tus relatos, no puedo más que decir que eres todo un poeta, magnífico escritor y, sobre todo, un gran pensador.

Saludos!

Pierrot dijo...

Gracias Zoa por tus palabras y bienvenida. Estaré pendiente de tu blog y de tus fotos.

Saludos desde Lima