Confesiones 1
En el Ámbar- Parte I
Las Tres Escenas
(Donde el Viajero da cuenta de la naturaleza delirante del aparato)
A tantas horas de vuelo, la ausencia de toda turbulencia me resultaba más inquietante que, por ejemplo, el paso por artillería antiaérea. No digo tampoco que todo estuviera quieto como en tierra pero había algo fuera de lugar en toda esta calma. Las arañas de cristal no se despegaron de su orbita. La flama temblaba con disciplina en el extremo de cada vela. Una cena sudorosa humeaba lista para un comensal que nunca llegaba. Incluso en el piso, una botella rota se vertía compulsivamente sin exceder los límites de un pequeño charco.
Debo confesar que mirando aquella forma jugué a anticipar las ondulaciones de mi paracaídas; recordé los caminos de un poema sobre la identidad de las manchas. Incluso fui asaltado por una inesperada emoción paternal esperando que esa ameba mueva sus pseudopodos en patrones cada vez más complejos. En realidad, era un esfuerzo para evitar poner la mirada en el epicentro de la diligencia.
En la cama, la carne y las sabanas también parecían verterse sobre si mismas indiferentes a la hemorragia del Chandon. También allí y a pesar de las posibilidades, su movimiento parecía ahogarse en algún tipo de callejón sin salida del cual brotaba otra solución que llevara a su vez, pero con piezas distintas, a la misma figura. Quizás eran variantes de una misma corriente liberándose de otra botella. O talvez se trataba de las partes rotas de un único cuerpo de vidrio llevado hasta su límite.
Alrededor de la alcoba, en las paredes y en los techos, una colección de cuadros se encontraban dispuestos como las lupas que las hormigas buscan en los hoteles para freírse. En el interior de los marcos se reproducía siempre alguna escena clásica, rostros asexuados y serenos, gestos y paisajes que se movían con una lentitud imperceptible. cómo la que hace que el paso del día a la noche nos tome por sorpresa aunque suceda frente a nuestros propios ojos.
- ¿Esta bien? Es la tercera vez que se vuelve a ponerse el cinturón de seguridad. De verás que no necesita hacer eso.
- ¿Estas segura que nos movemos?
Vuelvo a hacer una pregunta algo vergonzosa para alguien con tanta experiencia en vuelos. A pesar de ello, y siempre muy pendiente de mi perplejidad, la señorita Miss intenta tranquilizarme con pequeños comentarios sobre los “acabados” de la diligencia. Sin embargo, su sola presencia es tan delirante como el secreto del mecanismo que hace andar todo el aparato. Por momento tenía la impresión que llevaba lentes oscuros de aviador así como una exquisita dureza de facciones. Pero luego, como en una pelicula mal editar, la serenidad de su voz y sus maneras de aeromoza me hacían pensar que ella era en realidad dos o tres personas más. Debo añadir, aunque este no sea un rasgo en sí mismo, el contraste entre su piel brillante y aquel oscuro corsé en cuyo encaje pude leer las escenas que los locos recolectan en las manchas.
Se me ocurrió finalmente, que ella misma podría haber participado en alguna de estas tres delirantes escenas: ya sea en la botella quebrada que no termina de verterse, en los cuadros que no cesan de provocar nuevas interpretaciones de si mismos, o en esa cama cuyos cuerpos brotan y se quiebran sin dar mayores muestras de agotamiento.
Talvez, al estar exiliada de estos entornos, a ella solo le quedaba hacer lo que a mí: mirar.
5 comentarios:
Como siempre la espera valió la pena....Vaya guiso que has preparado, espero su continuación, el frío arrecia y también el hambre, aguardo junto al fuego.
un beso
Gracias por tus palabras...
Ambar...suena a petrificado, a inmovil, paciente y momificado....
Creo ke se necesita la continuación...
Saludos estimado
PD: que bueno ke reaparece por la cosina.
ummm me mata la curiosidad por saber que sigue, tu escrito parece un sueño, ojalá continues pronto...
Sobre todo me intriga quien es la señorita Miss, como es, y que rollo con ella, tambien todo lo demas es un "gran viaje".
Sugerente y onírico. Me encantó lo de la aeromoza.
Esperamos lo que sigue con las gafas de aviador remarcadas...
Un saludo
Pasaba a conocer tu espacio, volveré.
Un abrazo.
MentesSueltas
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