Pseudópodos 7

LA BALA HUMANA

(Breve y apócrifo debate entre un inventor y un escultor)

El inventor no tardó en mirar con odio a la obra y a su creador. No sobraban piedras en el suelo de la Casa de Gobierno. La única disponible era la del propio gigante matador de gigantes. Pero con el filo de esos ojos aguardando al siguiente enemigo de la Republica, pronto se desanimó de alzar cualquier palabra contra el milagro de la estatua. En su lugar, y como buen cortesano, dejó caer su desdén sobre el escultor con una de esas preguntas insidiosas que terminan multiplicándose como langostas.

¿Para qué tanta vida en los ojos hechos de la más ciega de todas las rocas? ¿No sería la pintura un camino menos doloroso a la verdad de la naturaleza? ¿No sería mejor espejo de la sustancia del hombre, sea este rey o pastor? ¿Puede haber nobleza en el secreto que hace brotar de los golpes, tanto equilibrio? ¿Puede ser creíble tal equilibrio antes de la tormenta? ¿Basta una respiración profunda para caminar resuelto despues de haber sido apuñalado en la roca? ¿Qué empresa perversa, qué engaño debe practicarse para confundir a los contrarios, para querer extraer un David de un Goliat?¿Es usted artista o apostador?

El escultor no tardó en responder

Le confieso que tiene razón y que, sin embargo, no la tiene.
Fíjese bien que aquí no he plasmado al hombre sino al proyectil. Ya que eso somos en las manos del creador, que es artista y también jugador. No tema que la condición humana esté tallada por igual en el mármol y en el aire, en el pastor y en el gigante. Pues nuestra carne también tiene algo del hondazo y del golpe del cincel, flota con los dados cargados y sonríe orgullosa como una ventana rota.

Música - Pearl Jam Given to fly